El enfermo glotón
_Dr. Kiskesabe, me llamo Glotoncio, quiero que me ayude a resolver un problema que traigo en el estómago, ya desde hace tiempo y que no me han podido quitar. _Espetó un hombre cuya notoriedad principal era un voluminoso abdomen, parecía que los botones de su camisa saldrían disparados convirtiéndose en verdaderos proyectiles. Y continuó.
_Hace varios meses que siento que me lleno después de comer, me siento como indigesto, y siento una molestia aquí en el estómago como si no me saliera la comida. Ya me han dado ranitidina para gastritis y metronidazol para amibas, también para parásitos pero sigo igual. No me duele, pero yo quiero sentirme bien después de comer doctor, a ver que me encuentra.
Le calculé no menos de 100 kilogramos de, muy notables por su baja estatura. La báscula no se equivocó, pesaba l05 kilogramos y medía un metro con 45 centímetros. Como ya había terminado de crecer hacia arriba, era adulto, este tipo de sujetos con esta conformación corporal, solo se desarrollan hacia los lados y hacia delante, en el abdomen.
_¿Desde cuando empezó a engordar en esa forma? _Pregunté. _Tiene usted 50 kilogramos de exceso de peso.
_¡Újule Doctor, desde que me casé! _Contestó el paciente muy seguro, como si yo tuviera registrada en mi agenda la fecha de su boda
_¿Y, cuándo se casó usted?, porque a mi no me invitó a su boda _Le lancé.
_Ah, si, Doctor, perdón, hace como….. ora verá… _Titubeó el paciente.
_Hace 5 años Doctor. _Intercedió su esposa que lo acompañaba. Para algunos sujetos más vale olvidar la fecha de la boda.
_Veo que le ha ido muy bien en su matrimonio, ya tiene usted la bola de la felicidad muy desarrollada _Dije sonriendo y deseando que no se molestara. Y continué el interrogatorio.
_Dígame, ¿Cómo cuantas tortillas se come en cada comida?.
_No médico, no son muchas, unas seis o siete. _Contestó no muy seguro.
_No es cierto viejo, te comes como catorce o quince enchiladas en cada sentada, además de los tres platazos de frijoles que te sirves y los huevos o la carne y acuérdate que en la tarde te comes como cuatro piezas de pan._ Intercedió su esposa descubriendo la glotonería del paciente.
Algunos acompañantes entorpecen el interrogatorio y el estudio clínico. En este caso, la intervención de la esposa fue de gran apoyo, ya que la mayoría de los obesos tienden a minimizar la cantidad de comida que ingieren. ¡Este hombre había sido desenmascarado por su propia cónyuge!. Y aquí estaba la clave para su indigestión y la sensación de llenura que el hombre sentía después de las comidas.
_Creo que lo que usted siente después de esas comilonas es una reacción normal al exceso de comida. Su estómago se cansa de trabajar y tarda en hacer la digestión lo que hace que esos alimentos fermenten y provoquen distensión incómoda.
_Entonces no tengo úlcera o gastritis como me habían dicho. _Preguntó el paciente.
_Yo no creo que esa sea la causa de sus molestias. Los medicamentos que mencionó son muy buenos para cicatrizar una úlcera, si no mejora es que no es eso. Usted tiene la solución para su problema, disminuya la cantidad de masa que come, aumente la ingestión de verduras y alimentos ricos en fibra, realice algo de ejercicio, basta con caminar unos 20 minutos diarios o más, disminuya los alimentos de difícil digestión como las grasas y los aceites, a usted le sobra grasa y disminuya los condimentos muy irritantes como los guisos con chiles colorados. Creo que con estos cambios pueden desaparecer sus molestias. Podemos solicitarle unas radiografías de estómago y si queda alguna duda se hace una endoscopía gástrica (visión directa del estómago.). Esos estudios pueden costarle unos cinco o siete mil pesos. Tiene dos opciones: sigue mis sugerencias de cambiar sus hábitos alimenticios, le resulta muy económico y sin riesgos, se ahorra el costo de unos cuantos kilos de masa, si no hay mejoría se hace los estudios que le comenté, molestos y caros.
_Ya vez viejo. _Intervino su esposa acertadamente. _Yo te decía que eso era, que comías mucho y que por eso no trabajaba bien tu estómago, pero no me hacías caso. Se lo he dicho muchas veces, doctor Kiskesabe, pero no me hace caso _Dijo, dirigiéndose a mí.
_Mejor le vamos a hacer como usted dice _Dijo el enfermo. _Si no mejoro, entonces me ordena esos estudios. Están caros y ahorita los negocios están malos. Mejor los dejamos pá después.
En ocasiones, el enfermo o sus acompañantes nos resuelven sus problemas y más de una vez hasta plantean causas y soluciones acertadas, opiniones que no se deben menospreciar. No se necesita ser docto de la medicina para entender y comprender algunas enfermedades, el gran sentido común de algunos sujetos les permite comprender razonablemente lo que sucede en sus cuerpos. Otros enfermos son muy observadores y de lo poco o mucho que leen, pueden obtener información que les permite razonar las manifestaciones de sus cuerpos.
El enfermo salió satisfecho, sin medicamentos y con la firme convicción de seguir las sugerencias, evitando gastos innecesarios.
Quince días después se presentó nuevamente don Glotoncio, anunciando con alegría:
_¡Doctor Kiskesabe. Ya la hice! Me siento bastante bien. Bien dicho por usted. Bastó nomás disminuir la masa y aumentar la fibra. Hago del “dos” hasta dos veces al día, mi excremento es blandito de fácil expulsión y sin ninguna molestia.