¿Le conviene un médico internista?

La gran mayoría de los problemas cotidianos de salud, se curan espontáneamente o sin la intervención de médico alguno: las infecciones respiratorias y diarreas agudas por ejemplo, entre otras en las cuales una buena orientación para automedicarse basta y sobra para resolver sus estos males en un 90% de los casos.

A la sociedad se le está haciendo creer que la mayoría de sus males deben ser atendidos por especialistas en cada uno de los órganos del cuerpo humano. Así, todos los pacientes más frecuentes con diarrea e infecciones respiratorias deberían ser atendidos por un especialista en gastroenterología y otro en neumología, el resultado es que los pacientes se volverían más pobres y esos dos especialistas serían unos pobres millonarios.

Un médico general debe ser capaz de resolver entre un  80% de los problemas médicos, los diversos especialistas el 20% aproximadamente de los casos más complejos.

¿Donde se ubica la medicina interna? La medicina  interna es una ciencia clínica y eje central de la mayoría de las 10 especialidades más solicitadas como cardiología, gastroenterología, reumatología, hematología, infectología, neumología, neurología, psiquiatría, oncología,  endocrinología, entre otras. De esta forma, un buen internista debe resolver satisfactoriamente aproximadamente un 90% de los casos de cada una de las especialidades mencionadas. Aproximadamente la moderna y muy costosa alta tecnología es necesaria para resolver  un 10 a 20% de los casos más complejos que se nos presentan en la consulta cotidiana. Entre más especializado es un médico, menos casos resuelve y más caros son sus servicios. Este fenómeno confirma la regla: no siempre MAS  es MEJOR. Recordemos que en muchos casos, MEJOR  es NADA.

Unos ejemplos: un diabético descontrolado en forma aguda con deshidratación y desequilibrio hidroelectrolítico, choque hipovolémico, coma cerebral metabólico, infección aguda de vías urinarias, si recurre a las especialidades muy especiales requeriría unos cinco de ellos. Imagine el costo de la atención en honorarios más los dos o tres medicamentos que acostumbra prescribir cada especialista. La medicina interna, eje de todas las especialidades, es la ideal para atender a un enfermo así, pudiendo requerir el apoyo de alguno de los especialistas mencionados, en algún momento de la evolución del caso clínico.

A una persona que por primera vez le sube la presión arterial por ejemplo, los cardiólogos sin más ni más los etiquetan como enfermos cardiacos e hipertensos para toda la vida. La mayoría de las veces las primeras elevaciones de la presión arterial pueden tener un origen neurogénico pasajero, puede tratarse de pacientes con estrés familiar, laboral, económico, político, social, entre otros, sin requerir dosis excesivas de medicamentos ni por mucho tiempo. Un buen internista, es el ideal para dilucidar la causa de esa elevación de la presión arterial, sin menospreciar ni la experiencia o los conocimientos que puede tener el especialista en cardiología.

Magnífico es que en los tiempos actuales contemos quien realice una cirugía vascular coronaria, aplique una marcapaso cardíaco, realice una biopsia hepática o de médula ósea, interprete al microscopio una patología para la cual se necesita algún tratamiento muy definido. Es maravilloso además observar a un feto desde las primeras semanas de vida, aplicar lentes intraoculares para recuperar el maravillo órgano de la vista y seguir disfrutando el verde de la naturaleza o el azul del cielo, contar con un implante del oído para disfrutar de las obras clásicas de la música y de los fabulosos sonidos de la naturaleza.

No obstante lo anterior, insisto, con esta avanzada tecnología se resuelven las minorías de los problemas médicos que aquejan a la sociedad, exaltan exageradamente su real valía, propalando  con fastuosidad su eficiencia elevando injustamente el costo material de un bien moral que no debería tener  precio excesivo, el bienestar social.

Todos los médicos, sin importar la especialidad, deben tener la competencia para mejorar la calidad de vida física, emocional y social con la medicina clínica, con una buena historia clínica de cada caso, con estudios de laboratorio generales y sugerencias de cambios de hábitos nocivos y de esa forma realizar una medicina preventiva de mínimo costo.