Nocebo y placebo.

Con las palabras los médicos no solo son capaces de curar o aliviar un malestar, este es el efecto placebo, del latín: complaceré o daré placer. También podemos lastimar y aumentar la intensidad del dolor o el sufrimiento, este es el efecto nocebo, en latín, perjudicaré.

Todos los médicos, a pesar de entrenarnos para curar, aliviar o confortar, voluntaria o involuntariamente, podemos causar daño.

En ocasiones pecamos de imprudentes en el momento de exponer nuestras sospechas sobre el diagnóstico o tratamiento de los padecimientos o dolencias que aquejan a los pacientes.

En un experimento con mujeres embarazadas se anunció la anestesia en dos formas diferentes: “Le daremos un anestésico local que insensibiliza la zona en la que administraremos la anestesia raquídea y epidural para que sea agradable para usted”. El segundo grupo escuchó lo siguiente: “Sentirá un pinchazo y un ardor en la espalda, como si le hubiera picado una abeja y esta es la peor parte de todo el procedimiento”.

El primer grupo tuvo una sensación de dolor mucho menor, efecto placebo, que el segundo grupo, efecto nocebo. La palabra pinchazo, ardor, punzante o malo, son nocivas mentalmente.

Una joven mujer, 30 años de edad, se presentó al borde de la histeria y la locura manifestando alto grado de terror ante el diagnóstico de hipertensión arterial. Quiero su opinión, tuve una fuerte discusión con mi novio y me dolió la cabeza, fui con un cardiólogo porque pensé que podría ser la presión alta, me encontró 140/90 y me dijo que yo era hipertensa, que debía tomar medicina para toda la vida y que en cualquier momento me podía dar un infarto o caer muerta de una hemorragia cerebral y que eran necesarios otros estudios del corazón: una prueba de esfuerzo, un ecocardiograma, pruebas de sangre, tomografía del cerebro.

Oiga doctor, pero si yo he estado bien de la presión en otras ocasiones. Le dije. No, no, si no se toma el tratamiento, yo no respondo por usted. Me dijo. La verdad, no me gustó lo que me dijo y cómo me lo dijo, muy soberbio, pues le dije que me explicara, le hice algunas preguntas y me dijo que él era el médico.

La descripción anterior revela con claridad el efecto nocebo o nocivo, de las palabras durante la entrevista médico paciente. La paciente mostró gran ansiedad, con enojo, frustración, miedo, llanto, angustia y desesperación y una cruel incertidumbre vivencial.

A su edad, sin antecedentes de elevación de la presión arterial, y con la presión arterial de 140/90 después de un coraje con su novio, personalmente no coincido con el diagnóstico de hipertensión arterial sostenida porque no se ha establecido si se mantiene elevada. Inicié una explicación y orientación procurando contrarrestar el efecto nocebo. Por lo tanto, continué, yo no le hubiera indicado ni tratamiento con medicamentos ni hubiese manifestado lo del infarto o hemorragia, me parece exagerado este pronóstico. Tampoco considero necesarios por el momento, estudios especiales porque no manifiesta ninguna lesión en su joven corazón. Además, a su edad no hay enfermedad alguna del corazón que eleve la presión arterial. No veo, por el momento, la justificación de todos esos estudios.

Lo recomendable en casos como el suyo es, vigilar si la presión arterial se eleva en forma sostenida por encima de esas cifras de 140/90, si acaso solicitar algunos estudios básicos de sangre y orina para verificar posible infección oculta en vías urinarias y probar si la urea y creatinina están normales, pruebas para evaluar el funcionamiento renal en lesiones crónicas de esos órganos. No hay ningún peligro inmediato si por estrés agudo le sube la presión arterial pues sus arterias están sanas aún. Las trombosis, los infartos de corazón o las hemorragias cerebrales se presentan cuando ya hay lesiones de las arterias en personas mayores de 50 o 60 años de edad. De ninguna manera es este su caso, así que tranquila, por el momento su presión de 120/70 es normal, no corre ningún peligro y no necesita medicamentos para su presión arterial sino que debe aprender a que el estrés no la afecte.

La guía médica elaborada por los cardiólogos, JNC-7, especifica con claridad lo que le estoy diciendo, incluso en su computadora: escribe JNC-7 en la ventana de Google y ¡Zas!, lo puede confirmar.

Lo que no dice esa guía es que para prevenir posibles dolores de cabeza debe cambiar de novio o aprender a que las discusiones no la alteren en esa forma.

Quince días después se presentó con su presión arterial normal, sin medicamentos, tranquila y confiada. El efecto placebo funcionó adecuadamente. Este es el poder de la palabra: para enfermar o para sanar, según los intereses de cada médico.

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