Tuberculosis o mieloma múltiple.

Kiskesabe conocía a este paciente desde 1970, sano y vigoroso. Hoy adulto joven de unos 55 años. Su aspecto actual, sugería un problema grave: pálido, facies asténica, los hombros caídos, respirando con dificultad. ¿Cáncer en algún órgano interno y vital? Mal pronóstico, muerte a corto plazo. Pensó Kiskesabe de primera intención.

_Tengo una tosesita desde hace varios meses; Doc Kiske y me siento muy débil. Ya me han dado muchos antibióticos, me dicen que es bronquitis pero he empeorado.

¿Será tuberculosis? Tiene solución. Pensó nuevamente Kiskesabe.

Ingería además enalapril, metoprolol y amlodipino para la presión arterial e isorbid para enfermedad del corazón.

¿Será cardiaco? Se puede controlar. O será tos provocada por el enalapril, como efecto colateral, o estará intoxicado con todos esos medicamentos porque además ingería otras seis sustancias, dizque naturistas. Pero, el ataque al estado general no coincidía ni con problema cardiaco ni con efecto colateral de los medicamentos para la presión arterial.

La auscultación de pulmones mostraba estertores gruesos y finos en el pulmón derecho. No le han indicado tratamiento para tuberculosis, solo antibióticos para bronquitis, de tratarse de tuberculosis mejorará con tratamiento específico y se curará. Pensó Kiskesabe. De no se así, mal pronóstico.

Eran cuatro meses de evolución, ya tenía una radiografía de tórax y mostraba una masa densa en el hilio derecho, redondeada, de unos tres a cuatro centímetros de diámetro. Esa masa también podría corresponder a un cáncer primario de pulmón. Pensó nuevamente Kiskesabe, pero no es fumador. O podría ser un cáncer de otros órganos internos de tubo digestivo, de próstata, con metástasis a pulmón. Lo que si es seguro es que si se trata de cáncer primario que empezó en pulmón o secundario con metástasis de otro órgano, el pronóstico puede ser fatal a corto plazo. En general, un cáncer de pulmón primario o metastásico, el pronóstico es tenebroso.

Pero había más datos. Padecía de dolor ciático con más de seis meses de evolución y le habían dicho que en unas radiografías de columna había vértebras aplastadas en la columna lumbar. La tuberculosis puede afectar los pulmones, con más frecuencia y los huesos y todos los órganos con menos frecuencia. Un cáncer de próstata, puede dar metástasis en vértebras y en pulmones. Seguía el dilema: cáncer o tuberculosis.

Ya tenía programada una tomografía de tórax en la institución de salud a la que pertenecía, para dentro de un par de semanas. Adelante con ese estudio. Les dijo Kiskesabe; mientras, probemos con tratamiento para tuberculosis, si es tuberculosis responderá en pocos días y existe la posibilidad de curarse incluso de la lesión de las vértebras. Si no hay respuesta a los medicamentos, seguramente las lesiones serán cancerosas, tanto las de los huesos como la de los pulmones.

Ocho días después, el paciente seguía igual y en la radiografía de los pulmones la lesión había aumentado y ya había derrame de líquido en la pleura. La lesión avanzó a pesar del tratamiento para tuberculosis. Dijo Kiskesabe a los familiares. Si fuera tuberculosis habría mejoría. Creo que la tuberculosis se descarta y se reafirma la posibilidad de cáncer; aunque no puedo precisar donde empezó, si en pulmón o en otros órganos. Lo que si puedo casi asegurar es que las lesiones de los huesos de la columna y los del pulmón son provocadas por la misma enfermedad. Un cáncer diseminado a otros órganos, sin importar el origen, generalmente es fatal en el corto plazo. No se encontraron datos para cáncer de próstata.

La tomografía de pulmones y columna confirmó la sospecha. Reportaban lesiones sugestivas de cáncer en pulmones y en las vértebras había lesiones líticas, destructivas de hueso, sugestivas de un tumor canceroso de huesos. Pero, la tomografía no revela el tipo histológico del cáncer ni si empezó en pulmones, en huesos o en otro órgano. Había que seguir el estudio con biopsia de pulmones o de hueso, por lo cual, Kiskesabe elaboró un dictamen médico, propuso continuar la atención en el hospital, del cual lo enviaron a otra ciudad, advirtiéndoles que, de tratarse o confirmarse un cáncer maligno, sin importar el origen, el que estuviesen lesionados los huesos y los pulmones, con toda seguridad, estaría fuera de respuesta satisfactoria a tratamiento quirúrgico, radioterapia o quimioterapia, pero que de ellos sería la decisión de qué hacer, recomendando evitar el nocivo “encarnizamiento terapéutico”, fenómeno frecuente en pacientes con enfermedades en etapa terminal e incurable.

Quince días después, me informaron del diagnóstico histológico, un tumor canceroso raro, de difícil diagnóstico, del cual me ha tocado observar unos dos casos en los últimos 40 años: MIELOMA MULTIPLE.

Aceptó iniciar quimioterapia con el fin de controlar el mal. No aguantó los efectos colaterales, estaba muy deteriorado, los vómitos y otros efectos colaterales, lo hicieron desistir. Solicitó su alta voluntaria y decidió morir dignamente en su domicilio, lo cual sucedió pocos días después del inicio de la quimioterapia. El pronóstico de Kiskesabe se había cumplido.

El mieloma múltiple es un cáncer que comienza en las células plasmáticas en la médula ósea (“tuétano”) donde se forman las células sanguíneas. Las células plasmáticas normalmente ayudan al organismo produciendo anticuerpos para las defensas en contra de infecciones. En el mieloma múltiple esas células se multiplican sin control y forman tumores en los huesos. Esta era la explicación de las fracturas con aplastamiento de las vértebras que explicaba el dolor ciático de este hombre. El tumor se diseminó a los huesos del tórax, como el esternón que también tiene médula ósea y lesionó los pulmones contiguos. En esta etapa de la enfermedad, las posibilidades de control son casi nulas. Como en este caso.

La mayoría de los tumores malignos, se diagnostican en etapas avanzadas, por lo cual, el pronóstico es malo para la vida. Pocos tumores se pueden detectar tempranamente y mejorar la sobrevida.

         Kiskesabe acompañó al paciente hasta su última morada. Bien dijo Robert Koch, descubridor del bacilo que causa la tuberculosis: cuando un médico va detrás del féretro de su paciente, a veces la causa sigue al efecto.